Un recorrido por Son Marroig
En costa mediterránea, en un lugar donde las montañas y el mar se funden en un paisaje lleno de contrastes, encontramos uno de los lugares más especiales de Mallorca: Son Marroig, un enclave con vistas espectaculares lleno de historia. Se encuentra a medio camino entre Valldemossa y Deià, en plena Sierra de Tramuntana, declarada patrimonio de la humanidad. Tanto por sus maravillosas vistas, como por la belleza del interior del palacio, merece la pena visitarlo. Por ello, queremos invitarte a hacer un recorrido por Son Marroig.
Son Marroig, un palacio situado en un lugar paradisíaco.
La finca rural de Son Marroig fue construida en el siglo XVII para la explotación agrícola y ganadera. El aristócrata Archiduque Lluís Salvador, quien quedó cautivado por la belleza del lugar, la compró a la familia Cortei por un precio desorbitado. Fue entonces, en 1877, cuando el Duque inició una reforma que transformaría la finca en un palacio señorial. La mansión aristocrática alberga imponentes salones donde se respira tradición e historia. A través de sus grandes ventanales se puede disfrutar de unas vistas privilegiadas. De hecho, allí se hospedaron personajes célebres en aquella época, como la Emperatriz Sissi de Austria, el poeta Jacinto Verdaguer o el escritor Miguel de Unamuno, quienes acudían atraídos por su belleza inspiradora.
Una de las imágenes más icónicas de los jardines de Son Marroig la protagoniza el templete de mármol de Carrara, una especie de isleta de base circular rodeada por ocho columnas jónicas que sujetan una cúpula semiesférica. Situada al borde de un peñasco y con unas vistas panorámicas de la costa, esta joya de mármol blanco parece flotar sobre el mar.
La torre de Son Marroig
La torre de son Marroig es otro de los elementos más característicos del palacio. Fue construida en el siglo XVI como torre defensiva, dado que era uno de los lugares más frecuentados por los piratas, quienes cobijados por la gigantesca roca de “Sa foradada'', solían desembarcar en ese tramo de costa. Según el mismo Archiduque fue allí donde, en el siglo XVIII, tuvo lugar un secuestro de una mujer de la zona, el último llevado a cabo por corsarios en Mallorca.
En la torre pueden observarse los típicos elementos defensivos, como almenas que protegían puertas y ventanas. Destacan los ventanales renacentistas que fueron añadidos durante la estancia del archiduque.
A día de hoy, la posesión pertenece a una familia balear y está catalogada como Bien de Interés Cultural. Además de ser el escenario perfecto para las bodas más espectaculares, Son Marroig es un museo en el que se pueden contemplar los tradicionales salones majestuosos de aquella época y la colección museográfica del Archiduque, conocido por su amor a la naturaleza. Cuadernos, dibujos y mapas del archiduque irán amenizando la visita. Además, en las paredes se pueden contemplar cuadros del paisajista mallorquín Antoni Ribas.
Pero, sin duda, el colofón perfecto de la visita será hacer coincidir la puesta de sol con vuestro paseo por los jardines. Una vez que se ve y se disfruta desde Son Marroig nunca vuelve a ser lo mismo.